El síndrome del arca de Noé es una patología de tipo obsesivo-compulsivo por la cual, quienes la padecen, no pueden resistir el impulso irrefrenable de acumular animales en su casa. Pueden ser animales de diferentes especies (aunque normalmente son perros y/o gatos), de una misma especie, abandonados, comprados, etc. En cualquier caso, y dando cabida a innumerables opciones, parece que el criterio fundamental de diagnóstico es acumular más animales de los que la persona puede atender correctamente.
El nombre de esta patología ha sido acuñado por el Instituto Nacional de los Estados Unidos y se considera un problema social en auge. Su origen no está bien establecido, aunque es cierto que en un gran número de casos las personas que lo padecen comienzan a sufrir impulsos de acumulación tras una pérdida importante (muerte de un familiar, o rupturas, etc.). El motivo para esta conducta siempre tiene que ver con la necesidad de proteger a los animales, sin tener conciencia de las consecuencias negativas que puede tener
Se estima que un 4% de la población padece problemas de este tipo. Las imágenes de personas acumulativas (basura, objetos, animales, etc.) nos evocan sentimientos de soledad, aislamiento y necesidad. Sólo nos hace falta pensar en la estampa de persona rodeada de gatos. Y es que, efectivamente, este trastorno se encuentra con mayor frecuencia en adultos y ancianos que se sienten solos o abandonados y con falta de afecto.
Los animales, precisamente, suplen esta necesidad de afecto y vinculación ya que otorgan compañía y cariño. Lo que sí parece cierto es que en un 25% de estos casos hay una descompensación psíquica de tipo obsesivo-compulsivo que, de alguna manera, conforma un deterioro social y/o personal significativo.
Aunque este síndrome aún no está reconocido como enfermedad mental por los sistemas de clasificación diagnóstica y no Se ha estudiado con la profundidad que requiere, la alta comorbilidad con trastornos del estado de ánimo indica que se debe hacer una correcta y exhaustiva evaluación para diferenciar ambas enfermedades. Además, una vez diagnosticado y delimitado el problema, se recomienda un tratamiento adecuado, tanto a nivel de terapia psicológica individual como farmacológica, para garantizar un pronóstico positivo.